La novela extranjera en España
Domingo Pérez Minik
Prólogo: J. M. García Ramos. CajaCanarias. 2011. 486 páginas, 15'60 euros
Ricardo SENABRE | Publicado el 29/07/2011
Entre
los intelectuales que desarrollaron en Canarias una fecunda tarea
cultural durante los años siguientes a la guerra civil destaca con
brillo propio el nombre del ensayista y crítico Domingo Pérez Minik
(Santa Cruz de Tenerife, 1903-1989),
a quien se deben multitud de ensayos y artículos referidos a la novela y
al teatro contemporáneos de diversos países. Una recopilación de estos
trabajos sobre la literatura narrativa de nuestro tiempo apareció en
1973, en una edición de difícil acceso hoy, y se reedita oportunamente
ahora, con prólogo de J. M. García Ramos. El lector joven tendrá así
ocasión de disponer de sesenta y siete breves ensayos
-los escritos de Pérez Minik se hallan más cerca de esta modalidad que
de la reseña noticiera- sobre creaciones literarias de ocho países
diferentes, todo lo cual proporciona materiales de sociología
literaria -qué se tradujo y cuándo, qué pudieron conocer muchos lectores
de la literatura extranjera coetánea-, además de ilustrar acerca de un
modo particular de acercamiento a la interpretación y enjuiciamiento de
la obra nueva sin alardes eruditos, sin informaciones de segunda mano,
sin más apoyos, en suma, que los que lleve consigo mismo un observador
inteligente provisto de un rico caudal de lecturas. Los trabajos que
aquí se recogen, casi todos aparecidos en la revista Ínsula, van desde
1965 a 1972. No se entiende por qué los editores actuales han
preferido conservar los límites cronológicos de la primera edición
(1973) y no ampliar la de ahora añadiendo las contribuciones posteriores
del autor, que siguió colaborando en la misma revista y en
otras publicaciones durante diez años más. Esto hubiera dado al volumen
mayor envergadura, además de ofrecer una visión más amplia y exacta de
la evolución de Pérez Minik como crítico literario.
Con todo, hay aquí un conjunto de comentarios sobre los autores del nouveau roman francés
-Robbe-Grillet, Butor, Simon, Duras- que, junto con algunos trabajos de
aquellos años debidos a Francisco Ynduráin, constituyen documentos
esenciales para conocer cómo fue la recepción del movimiento en España y
cuáles fueron las virtudes y defectos más acusados que sus primeros
lectores señalados. Por otra parte, Pérez Minik no desdeña el comentario de obras de rango inferior. Su artículo sobre El astrágalo, de Albertine Sarrazin, es un modelo de ensayo analítico, y lo mismo cabe decir cuando se enfrenta a Papillon o a las novelas de Mario Puzo. En terrenos de mayor cuantía artística, las observaciones que suscita El tambor de hojalata señalan
en fecha muy temprana la extraordinaria calidad de Grass, y las páginas
dedicadas a Beckett o Robert Musil acreditan un instinto poco frecuente
para percibir los méritos artísticos de la obra sin descuidar su
incardinación en un sistema histórico y social de valores. Entre los
escritores norteamericanos, Mary McCarthy, Malamud, Bellow o Updike,
entre otros, son objeto de lúcidas observaciones, y lo mismo cabría
decir de italianos como Bassani o de rusos como Isaak Babel o
Solzhenitsin. Se incluyen, además, algunos trabajos de conjunto, como el
titulado “Cincuenta años de literatura soviética”, o varios acerca de
la narrativa inglesa entre 1969 y 1971, que conservan aún hoy casi
íntacta su vigencia. Hay, pues, múltiples razones para revisar
estas reflexiones literarias de un lector que, como Pérez Minik, aún
entendía que el texto es el centro de la literatura, y que el
acercamiento virginal y directo a la obra, sin andaderas y sin opiniones
prestadas, es el mejor acceso posible.